Volver a replantear las técnicas que
utilizamos en la actualidad en el ámbito gastronómico, ha generado un boom en
todas sus especialidades, tal es el caso de la panadería y pastelería artesanal
que le apuesta a volver a las técnicas ancestrales.
Sabemos que en Pamplona
gastronómicamente hablando se caracteriza por sus colaciones, galletería y pan,
miles de turistas y población flotante disfruta en las mañanas una media luna o
pastel gloria con el “cafésito” con leche, en las tardes una mogolla con las
natas que produce la leche de vaca natural y tal vez para la noche porque no,
una tajada de ponqué o mantecada con su tradicional cobertura de pastillaje de
azúcar pulverizada. Sin darnos cuenta, estos productos se convierten en
implementos vitales a la hora de consumar nuestro ritual con la comida.
Pero si observamos la anatomía de alguno
de los alimentos mencionados anterior mente, están compuestos con materias primas de combate. ¿de combate? A
caso la comida que ingiero a diario sale desde un video juego de arcadia, no,
esta gastronomía de segunda clase, es implementada por grandes distribuidores,
los cuales no tienen como misión alimentarnos y nutrir a los consumidores, si
no lucrarse. Entre líneas, por eso dicen que “el pan engorda”.
Observando las estadísticas mundiales de
sobre peso, obesidad y demás enfermedades de salud pública, recae de nuevo en
la gastronomía, regresar a sus raíces y su fin de restauración a través del
alimento, por ende vivimos en una nueva era alimenticia que gira en torno a “lo
fitness” lo saludable, lo que me cuida desde adentro.
Luego de introducirnos en esta
situación, conozco a la señora Amanda Villamizar, proveniente de Malaga,
Santander pero pamplonesa adoptada hace casi 10 años, para la señora Amanda, esta
tradición gastronómica desde lo artesanal, es su sustento de vida y la razón
para levantarse cada mañana.
Doña Amanda, desde el mes de febrero
culmino el proyecto de su vida, “SAVI” panadería y pastelería artesanal, donde
todos sus productos son realizados casi desde la alquimia, trasformando,
fusionando desde semillas de quinua, azúcar y mantequilla bajos en grasa, cereales,
avena y pulpa de fruta natural.
Pero “SAVI” no se creó de la noche a la
mañana, fue luego de un exhausto trabajo, del a mano con el SENA (Servicio
Nacional de Aprendizaje) y el fondo emprender que se pudo consolidar esta
empresa nueva que le apuesta a la vida saludable y a ofrecer más que un
producto un bien a la comunidad.
Entre el olor de la torta de maracuyá
con semillas de chía en el tope y los alfajores argentinos que ya parecen más
pamploneses por su gran demanda en el local, según cuenta la señora Amanda;
observo que SAVI se mantiene porque es una empresa de familia, sus hijas y su
esposo trabajan cada día para que a las 7:00 de la mañana que se abren las
puertas, los comensales disfruten un día más de que comer saludable, también es
comer rico.
Para finalizar, tenemos que empezar a
cambiar de perspectivas, apostarle a la micro empresa local, que a diario crece
y se fortalece para ofrecer salud y calidad. Al igual que “SAVI” con el lema
que los define como “amor, dulzura y sabor” garantizando que cada persona al probar
por primera vez otras alternativas de panadería y pastelería, siempre regresa
enamorado o casi hechizado por el sabor natural que emana SAVI.
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