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Literatura

Cuento: Biblioteca de los libros olvidados

 Por Karen Gómez.


El aire viscoso y pesado entra por los pulmones de Francisco, una bocanada más de aire, esta  vez más profunda, tal vez así no sienta tanto la hediondez del ambiente.  Él, un niño de tez morena marcada por quemaduras  tras largas exposiciones al sol, brazos delgados y cortos pero agiles a la hora de encontrar tesoros,  una delgadez y estatura preocupante para su edad de poco más de 10 años. Francisco, Pacho para los demás niños del basurero, se juega la vida cada día entre las montañas de desperdicios de una sociedad consumista, él y su hermano Julio desde las 4:00 de la madrugada trabajan recolectando plásticos, papeles y otra cantidad de productos desechados por un país, conformado por hombres que buscan marcar su permanencia en el mundo a costa de la compra de objetos inservibles tanto para ellos como para Pacho y Julio porque son productos que no son  reciclables ni se les puede sacar provecho de ninguna de sus partes. Y así transcurre su día entre cadáveres de animales, desperdicios orgánicos, aparatos tecnológicos ya demasiado antiguos para aquellos que salen al día más nuevos y mejorados, muebles o papeles de sanitario, pero no es la suma miserable que recibe pacho por jornada de más de 19 horas de trabajo continuo lo que lo motiva a hacerlo, aparte de ser lo único que cubre el mendrugo de pan y la aguapanela caliente que comen como menú constantemente, ya que su madre Teresa esa muy enferma, tantos años de vivir en el basurero, de trabajar allí le han pasado cuenta de cobro a pesar de ser joven, la madre de estos dos pequeños de 10 y 12 años, que nunca conocieron un padre, una casa como las que encuentran en los juguetes abandonados que tienen una chimenea, ventanas y jardín, ve en sus hijos la llama de la esperanza en aquellos que nunca han tenido nada, los nadies de Borges.

Toda esta condena y la realidad que viven, adquiere un sentido  según pacho, cuando su misión en el mundo cobra valor en ese instante en el  que encuentra entre la basura libros casi completos, poemarios y cuentos que aprendió a leer cuando lograba escabullirse al barrio Las Cruces, que se encontraba a unos cuentos kilómetros del basurero, siente que es su responsabilidad rescatarlos, revivirlos al pasar sus ojos entre los reglones y leer en voz alta para los demás niños del basurero, sembrar en ellos la fantasía, la magia, llevaros a un lugar diferente de su triste realidad, dejarles la promesa y el anhelo de un futuro mejor.

Recuerda con anhelo aquel primer libro que encontró, esa misma tarde bajo al barrio y le suplico a Barba blanca, un hombre de avanzada de edad que se había escapado del ancianato al que lo habían condenado sus hijos, ya cansados de los achaques del viejo y los inicios de demencia senil. Nadie sabía de donde era o cual era su nombre, por eso le decían Barba blanca, él se la pasaba contando a los vientos o a cualquier desprevenido que se sentaba a escuchar sus aventuras en la marina, con un rostro repleto de expresiones de sabiduría  marcadas por los años pero siempre una amplia sonrisa en su rostro. Entre los curiosos escuchas de Barba blanca se encontraba  Pacho, que se deleitaba con cada una de esas historias de las cuales no sabía si eran ciertas pero en el fondo de su alma, él sabía que el destino lo había hecho cruzar con Barba Blanca porque tenía algo importante que enseñarle, así inician sus clases de lectura, donde cada día viajaban a el ‘País Del Nunca Jamás’ acompañados por Peter Pan o El principito,  en ocasiones combatía grandes batallas al lado de Alí Babá y sus 50 ladrones y recorrió el mundo en menos de los 80 días de Verne. Gracias a este renacimiento de conocimiento literario pacho empieza a formar una pequeña biblioteca, o como el la nombro La biblioteca de los libros olvidados, donde su meta era enseñarle a cada adulto, joven o niño todo lo que él había aprendido de los libros.

Solo unas cuantas láminas de zinc fueron necesarias para comenzar a labrar su sueño. Y así comenzaron los pequeños espacios de tertulia intercalados entre las horas de trabajo, a pesar del cansancio, de la gran exigencia que su misión acarreaba, pacho no desistió ni un solo día, a pensar de que la situación en su hogar estaba muy difícil, los enfrentamientos eran comunes entre él y su hermano que pensaba que todo lo que hacia él era una pérdida de tiempo, que lo que en realidad necesitaban era dinero y no palabras sacadas de la fantasía de un libro viejo, dinero para vivir mejor, dinero para comer en Mc Donalls como veía en las vallas publicitarias, ese dinero para aliviar el dolor de la enfermedad de su madre. Julio, un niño que le veía la salida a su miseria aceptando aquella propuesta hecha hace algunos días por Héctor el líder de la banda criminal más grande del barrio y en ese momento comienza su descenso a los infiernos, su iniciación en la banda fue propinarle una paliza a el anciano Barba blanca, mientras caminaba hacia su casa después de una tarde de lecturas con su hermano.

Los días y los meses fueron transcurriendo y por el lado de pacho estaba dando frutos por fin, su ardua labor de comunicación popular. Pero como el mundo no es una fábrica de conceder deseos,  las relaciones con su hermano eran nulas, pacho estaba muy preocupado por el tenia sospechas de que estaba juntándose con Héctor un pelao que  se crió bajo la cultura del odio, la que comienza en nuestros hogares, con nuestros amigos y hasta en los colegios, en la gente de la capital hablando en contra de “los paisas”, los de Cali hablando de “los rolos”, los del Caribe hablando de “los cachacos”, los de una creencia religiosa hablando en contra de las otras creencias o de los que no tienen ninguna, los conservadores hablando contra los liberales, los de izquierda hablando contra los liberales y los conservadores, los de tal universidad contra tal otra, los de una tribu urbana contra las otras, los del norte los del sur, los del sur contra los del norte, ciertos fanáticos religiosos alegando contra los gays, los bisexuales y los transexuales, ciertas pandillas de homofóbicos aborreciendo a sus colegas homosexuales, los flacos contra los gordos, a los que no les gusta el deporte contra los deportistas, los que se creen exitosos detestando a “los fracasados”, los resentidos en contra de los que hacen bien su trabajo, todos contra los judíos, todos contra los musulmanes, todos en contra de los extranjeros que practican costumbres raras, en fin, todos contra todos. Pero pacho no alcanzaba a imaginarse en la magnitud de problemas que se encontraba su hermano.

Era de esperarse que la Bacrim de Hector se sintiera amenazada  y no estuviera de acuerdo con la labor de un pequeño niño que con el poder de su palabra estaba logrando la independencia de una comunidad,  varios los jóvenes que se dedicaban a la venta de drogas o robos dejaron atrás aquellos días de delincuencia y retomaron sus estudios, lo que les proporcionó un buen trabajo. Tal fue la acogida que otros barrios empezaron a involucrarse al proceso educativo y junto con la acción comunal, hablaron con la alcaldía y ahora no había ningún niño más trabajando,  se encontraban en la escuela retomando aquellos años perdidos.


Hasta que llego ese día el día en que la tierra y el infierno fueron uno solo, La biblioteca de los libros olvidados llevaba funcionando casi un año y ese día era el cumpleaños de Julio el hermano mayor de pacho cumplía 13 años, él tenía pensado hablar con él, solucionar sus problemas, así que cuando iban saliendo para la escuela pacho se dio cuenta que Julio estaba tomando otra ruta, lo siguió sigilosamente hasta que antes de llegar al final de la calle, Julio metió su mano en la parte baja de su espalda y saco un revolver, suspiro y se limpió algunas gotas de sudofrió de la frente, estaba nervioso pero no le impidió interceptar a una señora que iba pasando desprevenida, la amenazo y le quito su bolso pero como ella se resistió, forcejearon por un momento cuando el ruido del disparo de la bala a travesó el silencio y el cuerpo de la señora, en ese instante las miradas de pacho y julio se cruzan, podía ver en los ojos de su hermano el miedo y arrepentimiento, se quedó inmóvil pero su hermano si reacciono y se fue corriendo. Pacho entre su conmoción, camino hacia la biblioteca casi como un autómata entro y vio a su hermano sentado en el suelo, tapándose el rostro bañando de lágrimas, alzo la mirada y pacho solo pudo ver suplica en ella, él se acercó y lo único que pudo decir en ese momento es que todo iba a estar bien, pero no había terminado de pronuncia la última palabra cuando su hermano emitió otro desgarrador sollozo, pacho tomo su mano y le dio un largo abrazo, intentando darle a entender que no estaba solo. Un fuerte olor a gasolina impregno el ambiente, pacho corrió hacia la puerta, forcejeo en vano ya que estaba cerrada, se escucharon los ruidos de unas fuertes carcajadas desde afuera y una fuerte voz vocifero: ¡De mi banda nadie intenta salirse! Y se escucharon otras carcajadas a lo lejos – ¡Qué tal! El niñito esté pensaba que diciéndome que era el último día que trabajaba para mí, que ya no quería más esta vida y así se iba a ir tranquilito, pues le tengo una noticia, usted y su hermanito el héroe se van a volver cenizas al igual que ese montón de basura que llaman libros.

Estas palabras fue lo último que escucho pacho junto con su hermano, a pesar de todo él sabía que había cumplido su misión, que había sembrado la semilla de la esperanza en un barrio que no conocía ni el significado de esa palabra. Después de este trágico día, la banda de Héctor fue judicializada y la junta de acción comunal en honor a estos dos hermanos volvieron a construir la biblioteca, esta vez con convenio con la alcaldía, la cual extendió el proyecto a cada barrio del departamento. En cada libro, en cada frase y cada historia que aprenden cada niño del país, vive el alma de pacho, feliz de cambiar el destino de una nueva generación.
 

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